domingo, 24 de enero de 2010

Libertades Democrátivas / Gatillo fácil en Don Torcuato. Nota del Diario Crítica.

Cristian Alarcón
La primera parte de lo que
los vecinos ya llaman “la masacre de Don Torcuato” fue el viernes 15 cerca de las once de la noche. En la manzana 12 del barrio San Jorge, el mismo que vio nacer al futbolista Román Riquelme, un policía bonaerense que perseguía a un grupo de ladrones de autos se cruzó con un trabajador del montón, Héctor Villanueva, de 60 años. “Che, no disparen que acá hay chicos”, alcanzó a decir antes de que uno de los dos que iba en el patrullero le descargara, a menos de ocho metros, un itakazo que casi le parte la sien. La segunda parte fue al día siguiente cuando cortaron las vías del ferrocarril Belgrano. Ese sábado cinco móviles de la llamada comisaría “Crítica” –famosa en su época por ser la sede de un Escuadrón de la Muerte— llegaron para reprimir la protesta.
En medio de una nube de gases lacrimógenos otro uniformado gatilló. Esta vez fueron cinco balas de nueve milímetros que apuntaron a la espalda de Facundo Vargas, un pibe de 16 años. El laburante murió el lunes pasado. Los policías están en libertad. “Hasta ahora sólo nos dicen que los policías están desafectados, pero vemos que están haciendo todo por tapar. Los vecinos están amenazados por la municipalidad de que si protestan cortan los planes. La policía tiene el barrio rodeado. El clima es de mucho temor”, le dijo a Crítica de la Argentina Daniela Castaño, sobrina del trabajador asesinado. Daniela cuenta que, sin mediar palabras, el bonaerense –cuya identidad aún no se conoce– apuntó y disparó. No todos los perdigones dieron en el cuerpo de Héctor, quedaron las marcas sobre una pared y algunos en el piso. De ese crimen hay al menos un testigo directo, el dueño del pool en el que el hombre, obrero de la construcción y muy respetado en el barrio, jugaba un partido con amigos. Ante el disparo los vecinos de esa manzana y de otras salieron de sus casas, a la hora de la cena, y gritaron pidiendo que lo trasladaran a un hospital. La esposa de Villanueva se acercó y quiso asistirlo, pero uno de los policías la frenó: “Quedate ahí porque si no también te matamos a vos”, le dijo. La cortesía policial parece no ser una novedad en Don Torcuato. No sólo porque ésa es la zona donde a comienzos de esta década funcionó un grupo de eliminación de pibes chorros, sino porque ahora la conflictividad es cotidiana. Uno de los vecinos contó que al día siguiente “reclamábamos que la policía no entrara más como entra siempre a agredir a la gente. Ellos mismos provocan a los jóvenes. ‘A estos negros hay que matarlos’: así nos dicen. No podemos hacer una denuncia en la Crítica –el nombre de guerra de la comisaría 2ª– porque salís peor de lo que entrás”. Protestar por el disparo a mansalva que sufrió Villanueva fue para peor: al principio la policía rodeó a la pequeña multitud que cortaba las vías del tren. Como se recalentó el clima entre jóvenes y bonaerenses una hermana del obrero, Beatriz Villanueva, concertó un acuerdo para desarmar el piquete pacíficamente, sin que hubiera represión. “A la noche volvieron los canas a provocar con que eran unos negros de mierda, que los iban a matar a todos, y los pibes reaccionaron. Entonces tiraron los gases y cuando Facundo Vargas salió de atrás de un paredón de una casa en construcción un policía le dio cinco tiros en la espalda con balas de nueve. Él ni siquiera llegó al hospital”.

1 comentario:

  1. Basta de impunidad a los que mas tienen o creen q poseen poder entre los mas vulnerables "Los pobres" Exigimos justicia por Coco Villanueva y Facundo.

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